Todos los posibles motivos para que una persona se encuentre en un estado de emergencia son pocos. Las situaciones son múltiples y pueden ir desde perderse por la montaña hasta verse inmerso en un desastre natural, una guerra o un atentado terrorista.
Sea cuál sea la causa, el contacto con los equipos de rescate y las autoridades es la máxima prioridad y única esperanza para permanecer con vida. En situaciones límites, las personas se vuelven totalmente humanas y en la mente ya no hay espacio para disputas, ideales, manías ni cualquier historia o problema personal. La persona no siente vergüenza por nada y se debe preparar para llamar la atención. Y si no es posible quedarse dónde está, entonces deberá estar preparada para el mayor peligro al que se ha enfrentado nunca, puesto que una mala decisión puede franquear la barrera entre la vida y la muerte.
Prioridades fundamentales para la vida humana
En situaciones de emergencia, cada persona debe tener completamente claro sus 4 prioridades básicas antes de ser rescatada o atendida:
- Protección
- Ubicación o localización segura
- Agua y alimentos
- Regla del 3
La regla del 3 es un método sencillo para tomar decisiones en situaciones de alto riesgo y es fácil de recordar:
- 3 minutos puede estar el cerebro humano sin oxígeno antes de que los daños sean irreversibles.
- 3 horas es el tiempo máximo de permanencia de una persona en climas y condiciones ambientales extremas.
- 3 días es el tiempo que puede permanecer con vida una persona sin aportación de agua.
- 3 semanas es el tiempo de vida si la persona no dispone de alimentos para comer.
A todo ello, debe recalcarse que sólo hacen falta 3 segundos para que una persona tome una decisión de riesgo. Por tanto, lo primero que uno debe tener en cuenta es que la mejor opción es quedarse dónde uno está y analizar si puede conseguir sus prioridades justo en la ubicación donde permanece.
Factores para sobrevivir en emergencias críticas
Persona individual o grupos de personas
Primero de todo, la persona debe conocerse realmente. Esto quiere decir que debe valorar sus capacidades, su condición física actual, sus habilidades y sus limitaciones. Si disponemos de equipo, mochila, botiquín de primeros auxilios o cualquier instrumento, no debe descartarse nunca si la persona decide desplazarse ya que podría ser de total utilidad en un futuro.
El peligro puede estar en cualquier parte, por lo que alejarse de éste es fundamental pero antes hay que pasar la etapa de estrés y calmarse para tomar las decisiones oportunas.
Si la persona no está sola y la situación afecta a un grupo, deberán repartirse tareas y responsabilidades. El ser humano es social por naturaleza, y si una emergencia se produce a nivel poblacional, entonces lo más seguro que se formen pequeños grupos de personas. Realmente, lo que pasa es que existe una necesidad básica y genética de reagruparse y observar qué hace el resto de personas en la misma situación.
De todas formas, la responsabilidad de una acción debe recaer en personas con un perfil psicológico sólido y fuerte puesto que una mala decisión provocará una consecuencias que afectarán a más personas. Se requieren personas positivas y motivadoras, que visualicen una oportunidad en un entorno negativo.
Lugar, Ubicación y análisis del entorno
Cada sitio es diferente y hay que determinar rápidamente si podemos adaptarnos al entorno, sea frío, caluroso, húmedo o desértico. Si se va en grupo, hay que preguntar a personas que hayan estado en climas similares para poder realizar una lista de consejos.
Tras esta decisión, hay que determinar exactamente dónde se encuentra uno para poder tener una idea de los posibles obstáculos e impedimentos que la persona o el grupo se encontrarán en su camino a la supervivencia.
Si la persona lleva un equipo no hay que precipitarse y desechar cualquier objeto sea por su peso o por su poco valor. Sobretodo, no perder nunca todo aquello que signifique localización: teléfonos móviles, linternas, aparatos digitales, reflectantes, cámara de fotos, mecheros o incluso bengalas para casos de accidente aéreo o marítimo.
Improvisación y Miedos
La persona tiene que saber si su condición reúne las habilidades necesarias para salir de los problemas que vaya a encontrar por sí misma. Existe un rol que es colaborador de un rescate o espectador de un rescate. Mientras el primero es capaz de improvisar e intentar luchar por aumentar su seguridad, comodidad o esperanza, al segundo perfil sólo le queda la opción del tiempo y la suerte. El tiempo jugará totalmente con su vida.
Está claro que determinados eventos condicionan a las personas a llevar un rol obligatorio. Por ejemplo: explosiones con pérdida de extremidades o de movilidad, aplastamientos, personas atrapadas en un terremoto o en accidentes de tránsito.
Si se tiene la oportunidad de moverse, valorar las prioridades y estar capacitado para actuar, es probable que la voluntad de vivir acabe venciendo a la adversidad impuesta. De todas formas, a todos los niveles de la existencia humana, la voluntad de vivir es innata y los pensamientos de nuestra propia vida son positivos para seguir adelante: familia, amigos, esposa, religión, etc…
Si la voluntad desaparece, ni nuestras habilidades ni condición física serán suficientes. El valor de la vida es fundamental.
Por ello, es conveniente estar preparado previamente: formación en primeros auxilios, entrenamiento físico, conocimiento del entorno y habilidades psicológicas. Esta preparación es capaz de afrontar los retos de condiciones extremas y deberían formar parte de la educación primaria en muchos países.
Observación y Aprendizaje
Aunque no estemos preparados para una emergencia, es posible que tengamos la oportunidad de observar el comportamiento de la fauna, la flora o incluso del hombre (en el caso de guerras o desastres naturales en países extranjeros).
Por ejemplo, los animales buscan sombra y agua en climas desérticos. Si no encuentra agua, hay que esperar a la noche para que salgan y se dirijan a los puntos húmedos. En el caso de personas, su indumentaria será fundamental para adaptarse al clima, o bien, en selvas tropicales el propio sonido de los animales es un indicador de peligro. Los silencios repentinos son una mala señal.