La comunicación entre personas en caso de accidente es una referencia social indiscutible. La persona que llegue o se vea implicada en un accidente con heridos se limitará, en un principio, a tareas de prevención. Existen unas pautas básicas que todo ciudadano deberá realizar y que se consideran recomendables para actuar con éxito en operaciones de emergencia:
- Identificación: Cuando una persona llega al punto exacto del accidente y observa a los accidentados es muy importante que se identifique. Debe hacerlo hablando, estén conscientes o no, con una voz firme pero que desprenda tranquilidad. Puede tocarse la mano o el hombro del accidentado para que note aún más nuestra presencia. La reacción en una persona que presenta heridas o traumatismo es muy positiva ya que posiblemente aumente el grado de seguridad y protección, dependiendo del estado de shock o de consciencia de la misma.
- Colaboración: Transmitiendo tranquilidad, debemos pedirle a la víctima que colabore con nosotros y siga todas las indicaciones que le damos para que las cosas puedan llevarse a cabo de la mejor forma posible. Debemos explicarle el motivo de la prevención y hacer que entienda con las palabras justas el beneficio que supone la actuación «conjunta».
- Distracción: El accidentado debe olvidar, por un momento, los hechos acontecidos y centrarse totalmente en la situación actual. Tenemos que ayudarle a esta tarea preguntándole el nombre, de dónde es o su profesión. Evitaremos preguntarle por la familia puesto que desconocemos si en el accidente también se han visto implicados. Asímismo, no añadiremos nada que pueda perjudicar el estado emocional del accidentado como por ejemplo hablar con otro colaborador de la situación estando presente la víctima o llamar a los familiares para decir cómo se encuentra.
- Atención: Escucharemos todo el rato lo que nos dice o comenta la víctima. Más que nada, porque sabremos si está evolucionando positivamente y darnos pistas sobre lo que le sucede (a veces no se puede observar externamente), o bien, que la víctima tengo una evolución a peor.
- Ayuda: Si acuden los servicios de emergencia, a veces, se le pedirá que colabore y acompañe al accidentado puesto que la persona que lo atendió posee más información o ha creado un estrecho vínculo dónde la persona basa su confianza. Esto facilita mucho la recuperación de la víctima, sobretodo en su recuperación psicológica.
¿Qué es lo que nunca debe hacerse en una situación de accidente?
- Ruido: Los gritos, la ansiedad y cualquier alteración nerviosa puede agravar el estado de la víctima si nos ve o nos escucha. Si uno no está capacitado para comunicarse en un accidente que no lo haga, aunque debe cumplir con el protocolo PAS, avisando y cumpliendo con las obligaciones de socorro que exige la Ley. Almenos 2 de los pasos serán muy importantes y no requieren un contacto con el accidentado que son: avisar a los servicios de urgencias y asegurar la zona del accidente de futuros peligros, sobretodo en la carretera.
- Diagnóstico: Sin pruebas, y sin estar capacitado para ello, nunca podemos realizar un diagnóstico de ningún tipo y sobretodo comunicárselo al accidentado. Hay que ser muy prudente a pesar de que reconozcamos algunos signos. Si el que interviene posee una base de formación de socorrismo o es personal sanitario, podrá practicar los primeros auxilios si la situación así lo requiere, pero nunca realizar un diagnóstico ni comunicarlo a los servicios médicos. Ellos, a partir de la información que aportemos, ya determinarán con una segunda valoración lo que le pasa realmente a la víctima.
- Culpabilidad: En el momento que ya ha pasado el accidente, no podemos culpar en directo a la víctima en caso de que haya sida ésta la que lo ha provocado (ahogamientos, precipitaciones, accidentes de coche o moto, etcétera…). De estas cuestiones ya se encargará la Justícia, no es nuestra responsabilidad.
- Miedos: Ya de por sí un accidente es una situación angustiosa y que provoca un miedo aterrador. Es normal, que asustar a la víctima o gritarla no servirá de nada, aún peor, puede sufrir un ataque de pánico o incluso no colaborar en su progreso agravando la situación en la que se encuentra.